TEMA 12.- ALFONSO XIII: LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN.

Entre 1870 y 1914 las grandes potencias reforzaron considerablemente su capacidad militar, la paz se sostenía por un sistema de alianzas que había iniciado el canciller alemán Bismark en 1882 con la Triple Alianza (Alemania, Austria-Hungría e Italia), contestado en 1907 por la Triple Entente (Francia, Reino Unido y Rusia). Se conoce este período como el de la Paz Armada.

En 1914 comienza la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial. Entre sus causas se pueden señalar: el enfrentamiento franco-alemán (Alemania había arrebatado Alsacia y Lorena a Francia en la guerra por la unificación) y el conflicto balcánico (mientras que los nuevos estados balcánicos como Serbia o Bulgaria desean consolidar su independencia, Austria-Hungría, Rusia y Turquía siguen interesados en controlar la zona).

El magnicidio de Sarajevo da inicio a la guerra, en la que participan la mayor parte de los estados del continente y sus colonias, y otros extraeuropeos como Estados Unidos, Japón y Rusia.

Las consecuencias más destacadas, además de la destrucción de vidas, fábricas, campos, se verán plasmadas en varios tratados como el de Versalles: desaparecen los imperios ruso, austrohúngaro y otomano, y aparecen otros, como los multiculturales de Checoslovaquia y Yugoslavia. Además, se fundó la Sociedad de Naciones para velar por la paz en adelante.

El país más perjudicado fue Alemania, al que se impusieron muy duras condiciones: pérdida de su imperio, reducción del ejército y pago de reparaciones de guerra.

En 1917 triunfó en Rusia una revolución bolchevique dirigida por Lenin que acabó con el imperio de los zares, y que más tarde transformaría el país en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

I.-Alfonso XIII: Proyectos del Regeneracionismo Político  (1902-1914).

Las características generales de la vida política son:

- Permanente crisis política. Las causas de esa inestabilidad y de la incapacidad de los sucesivos gobiernos para superarla eran profundas y múltiples. La personalidad del propio rey: Alfonso XIII jugó desde el principio un papel activo: se implicó en los cambios de gobierno, participó en la acción política, y se rodeó del sector más conservador del generalato.

- La división de los partidos del turno, provocada por la desaparición de los líderes históricos (Cánovas, Sagasta, Silvela) y las luchas entre los nuevos jefes conservadores (Fernández Villaverde, Maura, Dato) y liberales (Moret, Montero Ríos, Canalejas, Romanones) por el control de sus grupos. 

- La progresiva pérdida de influencia del caciquismo restó eficacia a la maquinaria electoral de los partidos.  El mayor peso de las ciudades impedía una manipulación tan descarada como la de las zonas agrarias, y la crítica regeneracionista obligaba poco a poco a suavizar el fraude.  El resultado es que las mayorías en las Cortes fueron precarias.

- Al mismo proceso de fraccionamiento parlamentario contribuyó la aparición y el crecimiento de partidos políticos ajenos al sistema de la Restauración.  Socialistas, radicales, republicanos y nacionalistas incrementaron cada vez más su fuerza electoral.  Desde 1917, ningún partido era capaz de formar gobierno por sí sólo, lo que llevó a recurrir a los gobiernos de concentración.

- El aumento de las luchas sociales es otro hecho remarcable.  En su origen están la mayor conciencia de clase de obreros y campesinos, la degradación de las condiciones de vida, la fuerza creciente de los sindicatos socialistas y anarquistas y el éxito de las primeras grandes huelgas

- El resurgir de dos viejos problemas, el clerical y, sobre todo, el militar.  Además, el espectacular crecimiento de los movimientos nacionalistas, sobre todo en Cataluña, introdujo un factor nuevo, que alteró por completo la relación de fuerzas políticas, no sólo en la periferia, sino también en las Cortes.  Este factor generó numerosas tensiones entre el gobierno central y los grupos nacionalistas.

- El problema de Marruecos. Desde finales del siglo XIX el interés por el reino norteafricano había ido aumentando. Tras el Desastre, la posibilidad de reconstruir allí el imperio suscitó las esperanzas de los colonialistas españoles. Después de un primer acuerdo franco-español en 1904, que otorgaba a España la administración del Rif, en 1906 la Conferencia de Algeciras concedió a ambos países el protectorado conjunto sobre el sultanato.

En los años siguientes, compañías españolas comenzaron a explotar las riquezas mineras de la región. Pero en 1909 se inició un conflicto bélico que se prolongó durante más de quince años, y que, además de la pérdida de vidas y recursos materiales, contribuiría a envenenar el clima político y a agudizar la separación entre el Ejército y la sociedad civil.

1.- La evolución política entre 1902 y 1909

Tras el fracaso de los proyectos regeneracionistas de Silvela y Polavieja, los primeros años del reinado se caracterizan por las continuas crisis: si exceptuamos el gobierno «largo» de Maura entre 1907 y 1909, hay un gabinete cada cinco meses, por término medio.

Cuatro fueron las grandes cuestiones que cristalizaron en el periodo: la conflictividad social: a partir de 1902 se sucedió una continua oleada de huelgas, comenzando por Barcelona ese mismo año y siguiendo por la minería bilbaína y los campesinos andaluces en 1903.  Al mismo tiempo creció la afiliación a la UGT, y el PSOE logró un importante éxito en las elecciones municipales de 1905.  La acción del gobierno fue escasa: se limitó a la creación del Instituto de Reformas Sociales en 1903, encargado de proponer reformas para mejorar las condiciones de vida de las clases populares, y del Instituto Nacional de Previsión en 1908, antecedente de la seguridad social, así como medidas para regular el descanso dominical y la jornada de mujeres y niños.

La cuestión religiosa, al agudizarse las denuncias de sectores progresistas sobre el dominio que la Iglesia ejercía sobre la enseñanza, a la que se dedicaban 20.000 religiosos.  Socialistas, republicanos y un sector significativo del Partido Liberal, con Canalejas al frente, reclamaron que se recortara su poder y disminuyera su influencia social, y propugnaron la limitación del número de congregaciones y la regulación del matrimonio civil.  La cuestión sería uno de los detonantes de la crisis de 1909.

El problema militar, generado tanto por las consecuencias morales del Desastre como por la propia degradación del Ejército, plagado de oficiales y jefes y sin recursos materiales, como había demostrado la guerra de 1898.  A un estamento militar herido, que atribuía toda la responsabilidad de la derrota a los políticos y que reivindicaba la vuelta al papel protagonista que el Ejército había desempeñado antaño, se enfrentaban sectores antimilitaristas y una prensa liberal hostil, especialmente en Cataluña, donde se acusaba al Ejército de la derrota.  Como respuesta, los militares identificaban nacionalismo con separatismo.

La cristalización del movimiento nacionalista.  El Desastre produjo en el País Vasco un crecimiento del sentimiento nacionalista, especialmente a partir de los primeros años del siglo, cuando Sabino Arana suavizó sus planteamientos, antaño separatistas, para adoptar una línea autonomista y católica más acorde con los sentimientos de la burguesía vasca, cuyos intereses ligados al mercado nacional hacían muy difícil que apoyaran el radicalismo inicial de Arana.  Pero fue sobre todo en Cataluña donde la pérdida de las colonias hizo crecer el sentimiento nacional, ante el gran perjuicio que significaba para el desarrollo económico.

Si bien inicialmente la burguesía catalana apoyó a los ministros regeneracionistas, en 1899 la pretensión del responsable de Hacienda, Villaverde, de subir los impuestos directos suscitó una violenta oposición que culminó con la amenaza de los empresarios catalanes de negarse a pagar los nuevos tributos.  El resultado fue la dimisión de los ministros, así como el desengaño respecto a una posible reforma desde el gobierno central.  Se produjo entonces el agrupamiento de las distintas tendencias en Cataluña hasta formar en 1901 la Lliga Regionalista, liderada por Prat de la Riba y Françesc Cambó, y que ese mismo año obtuvo ya un importante éxito electoral.  Apoyada por las clases medias y altas de Cataluña, el crecimiento de la Lliga será continuo en los años siguientes: en 1905 ganó las elecciones municipales de forma aplastante.

De 1903 a 1905 se sucedieron varios gobiernos conservadores, cuya efectividad fue limitada a causa de la lucha interna por el poder que enfrentaba a los dirigentes del partido y que provocó continuas crisis, resueltas por un rey inexperto que otorgó alternativamente la jefatura del gabinete a Villaverde, Silvela y Maura, entre otros.  En el haber del periodo, apenas hay que mencionar la reforma financiera de Villaverde, que permitió por vez primera presupuestos con superávit durante varios años.

La crisis de gobierno de 1905 forzó al Rey a optar por un gobierno liberal. Éste estuvo marcado por una grave crisis política y militar suscitada en Barcelona.  Las relaciones entre el ejército y la prensa venían siendo conflictivas desde 1895.  En noviembre de 1905, tras la arrolladora victoria de la Lliga en las elecciones municipales, los periódicos Cut-Cut y La Veu de Catalunya publicaron algunos comentarios y caricaturas considerados ofensivos por muchos militares.  Ante la pasividad de las autoridades, 300 oficiales de Barcelona asaltaron e incendiaron las imprentas respectivas.  En medio del escándalo, el gobierno consiguió aprobar una Ley de suspensión de las garantías constitucionales, para evitar futuros incidentes de este tipo.  Pero el Ejército pedía más, de tal forma que en 1906 los diputados acabaron inclinándose a las presiones y, en medio de disturbios y rechazos en la calle y entre los nacionalistas, aprobaron la llamada Ley de jurisdicciones, que identificaba los delitos contra el Ejército, incluidas las injurias, como delitos contra la Patria, y los ponía bajo la jurisdicción militar.

Las consecuencias fueron graves.  La Ley de jurisdicciones desprestigió enormemente a los liberales, su derogación se convirtió en años sucesivos en reivindicación clave de los partidos nacionalistas, republicanos y de los movimientos obreros.  Ayudó a su despegue electoral, y especialmente consiguió unificar las principales fuerzas nacionalistas catalanas, desde carlistas a republicanos, para formar Solidaridad Catalana, una plataforma electoral de la burguesía del Principado que en 1907 obtuvo una contundente victoria electoral, que hizo desaparecer casi por completo a los partidos del turno en Cataluña.

En enero de 1907 el rey nombró jefe de gobierno a Antonio Maura (GOBIERNO LARGO DE MAURA).  Líder ya indiscutido de su partido, el político mallorquín emprendió en los dos años y medio siguientes un ambicioso programa de gobierno (se llegaron a debatir 264 proyectos en las Cortes) de carácter regeneracionista, desde la óptica conservadora.  Consiguió entenderse con Francesc Cambó para pactar reformas que satisfacieran las peticiones de la Lliga, pero su talante autoritario le acarreó la antipatía de toda la izquierda.

El gobierno de Maura confirmó la corriente proteccionista que se afirmaba en aquellos años en toda Europa, y abordó una serie de medidas de impulso económico desde el Estado: la ley de Protección de la Industria Nacional, el plan de reconstrucción naval (en la línea del rearme que las potencias europeas emprendían, en plena carrera de armamentos), la ley de Fomento de Industrias y Construcciones Marítimas y medidas dirigidas a mejorar sectores concretos, como la ley de Colonización Interior o la de Sindicatos Agrícolas.  En el terreno social destaca la creación del Instituto Nacional de Previsión en 1908.  Otras medidas importantes fueron la reforma de la policía y la de la ley Electoral, que establecía el voto obligatorio y la proclamación automática de candidatos sin oposición.

En el terreno político, Maura apostaba por una reforma que atrajera a la «masa neutra» del país hacia la política, rompiendo la indiferencia que denunciaron los regeneracionistas y acabando con el caciquismo. Modificó la ley electoral para establecer el voto obligatorio y la proclamación automática de candidatos sin oposición.

Pero la más ambiciosa reforma de Maura era la nueva Ley de Administración Local, por la que se creaban las mancomunidades, asociaciones de las Diputaciones de cada región, un primer paso para un autogobierno regional.  La ley contó con el respaldo de la Lliga, pero la resistencia de los representantes de la oligarquía impidió su aprobación.  En el fondo,  ni conservadores ni liberales estaban dispuestos a renunciar a los privilegios que les otorgaba el sistema caciquil y centralista.

2. LA CRISIS DE 1909: La Semana Trágica de Barcelona (1909)

En los primeros años del siglo Cataluña vivió un importante auge de las movilizaciones obreras, protagonizado por los activos grupos anarquistas. En 1907 se creó Solidaridad Obrera como alternativa a Solidaritat Catalana.

En esos años surgió una nueva fuerza, el Partido Republicano Radical, dirigida por Alejandro Lerroux que captó a una buena parte de las clases medias y de los trabajadores sobre todo entre los inmigrantes que llegaban a Barcelona y su cinturón industrial. Este partido restó fuerza al movimiento obrero, con un programa demagógico, anticlerical y españolista.

Otros factores de tensión en Barcelona fueron el anticlericalismo, patente en el aumento de los ataques a la Iglesia por parte de la prensa y de la opinión pública, y el antimilitarismo, que se había incrementado enormemente desde la aprobación de la «ley de jurisdicciones». A esa situación explosiva se unió, por último, la posición autoritaria de Maura.

Pero fueron la situación de Marruecos y los errores del Gobierno los que provocaron la crisis. En julio de 1909, los miembros de algunas cabilas próximas a Melilla atacaron a los trabajadores españoles de una de las compañías mineras. El Gobierno Maura decidió enviar al ejército y aprovechar la ocasión para ensayar el plan de movilización de reservistas. Ordenó la incorporación de éstos en Madrid y Barcelona. En ambas ciudades se produjeron fuertes protestas y manifestaciones protagonizadas por mujeres y madres de los alistados.

Días después se produjo el primer choque contra los marroquíes cerca de Melilla. Las primeras noticias del desastre del Barranco del Lobo, que causó más de 1.200 bajas, coincidieron con el inicio de una huelga general en Barcelona, el día 26, convocada por Solidaridad Obrera y respaldada por UGT. El paro fue total, y se declaró el estado de guerra, mientras la huelga se extendía a las ciudades industriales vecinas. Durante tres días se sucedieron asaltos y quemas de conventos, luchas callejeras, incendios y enfrentamientos entre huelguistas y miembros de la policía y el Ejército. Barcelona quedó aislada del exterior. El balance fue de más de un centenar de muertos, numerosos heridos y edificios destruidos. Luego llegaron las detenciones en masa y los juicios. El más grave fue el procesamiento irregular, condena y ejecución del pedagogo y anarquista Francisco Ferrer y Guardia, fundador de la Escuela Moderna. Hoy parece demostrado que no participó en los hechos. Su ejecución se produjo en medio de una oleada de protestas internacionales.

Las consecuencias de la Semana Trágica fueron importantes. Provocó la caída de Maura, muy desprestigiado, que perdió el respaldo del rey y dejó el poder ante la hostil ofensiva desatada por la oposición liberal que hizo causa común con republicanos y socialistas. Esta maniobra del Partido Liberal supuso prácticamente el final definitivo de la convivencia bipartidista y del turnismo. Además, la crisis impulsó la creación de la Conjunción republicano-socialista, una alianza electoral que en 1910 consiguió un gran éxito y otorgó el primer escaño en las Cortes a Pablo Iglesias. Por último, contribuyó a reforzar las organizaciones sociales y a extender la crítica al sistema político de la Restauración entre la opinión pública.

3.- El gobierno Canalejas y el último intento regeneracionista

Tras un breve paréntesis de gobierno a cargo de Moret, Alfonso XIII encargó formar gobierno a José Canalejas en febrero de 1910.  Líder del ala izquierdista del partido liberal, Canalejas era un hombre de prestigio que había ido fraguando un programa regenerador más abierto que el de Maura, pero con el idéntico fin de provocar la revolución desde arriba a través del ejercicio del poder.

Su breve gobierno transcurre entre permanentes conflictos sociales, originados en zonas agrarias e industriales y dirigidos por el movimiento anarquista y republicano.  De hecho, en las elecciones de 1910, y como consecuencia de los sucesos de 1909, republicanos y socialistas se presentaron unidos en la Conjunción republicano-socialista, que obtuvo en Madrid el primer escaño para el líder socialista, Pablo Iglesias.  Otra consecuencia, en parte, de los sucesos de la Semana Trágica fue la creación en 1910 del sindicato anarquista, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Canalejas hubo de enfrentarse a las cuestiones que Maura había dejado pendientes: los problemas sociales, el tema religioso, la crisis marroquí y la presión regionalista.  Primero consiguió recuperar la disciplina en su partido, base necesaria para restablecer el funcionamiento del turno.  Luego supo ganarse el respeto tanto del Rey, como de la oposición, desde Maura hasta los republicanos, que aceptaron colaborar en algunas de las medidas propuestas en las Cortes por su gobierno.

Entre ellas hay que destacar las reformas del impuesto de consumos y de las quintas.  El primero fue sustituido por un impuesto sobre las rentas urbanas que causó bastante oposición en sectores de clase media.  Respecto a las quintas, que resultaban sangrantes para una población que había sufrido las consecuencias del Desastre, la reforma quedó frustrada porque el Ejército necesitaba los fondos que aportaban.  Se estableció el servicio obligatorio en tiempos de guerra, y se fijó una escala de reducción del tiempo de servicio en tiempos de paz, en función del pago de dos niveles de redención bastante elevados.  Otras medidas importantes fueron la regulación de la jornada nocturna de las mujeres y del contrato de aprendizaje.

El anticleticalismo de Canalejas, un católico practicante que sólo pretendía una separación del Estado y la Iglesia, se suavizó al llegar al gobierno, desde el que intentó conseguir un acuerdo con la Santa Sede.  Comenzó por permitir los signos externos de otras religiones en sus respectivos templos, pero ello suscitó una dura campaña de propaganda contra él, y llevó casi a una ruptura con el Vaticano.  En diciembre, las Cortes aprobaron la llamada ley del Candado, que prohibía la instalación en España de nuevas órdenes en el plazo de dos años, hasta lograr una ley de asociaciones que regulara definitivamente el problema. Pero fue imposible avanzar más en los dos años siguientes.

La cuestión marroquí continuó agravándose.  A la precariedad de la posición española, vino a sumarse la crisis de 1911, cuando los franceses iniciaron la ocupación de hecho del territorio que tenían asignado como simple protectorado.  El gobierno español advirtió primero, y emprendió después la ocupación militar de su zona, desembarcando tropas en Arcila y Larache.  En 1912 se llegó a un nuevo acuerdo de reparto, que dejó a España las zonas norte y suroeste del Protectorado.  Pero la guerra se había generalizado y amenazaba con enquistar el problema marroquí.

Por último, Canalejas continuó la línea abierta años antes por Maura para otorgar al catalanismo sus reivindicaciones.  En 1912 el Congreso aprobó la Ley de Mancomunidades, pero Canalejas no llegó a verla aprobada en el Senado, como tampoco la firma del tratado sobre Marruecos: el 12 de noviembre de 1912, en un atentado inicialmente preparado contra el Rey, caía asesinado por los disparos del anarquista Manuel Pardinas, mientras contemplaba el escaparate de una librería en la Puerta del Sol.  Con el magnicidio terminaba el último intento de renovar al país desde la óptica del regeneracionismo, al tiempo que la división volvía a estallar en el seno del Partido Liberal.

El conde de Romanones sustituyó a Canalejas.  El Rey no consideró necesario ni convocar nuevas elecciones ni cambiar de partido gobernante, lo que provocó que Maura hiciera una crítica durísima al monarca y pasara a una oposición frontal al gobierno.  Romanones, hábil en la política del día a día, no tenía, sin embargo, el respaldo con que había contado su antecesor; intentó continuar su programa e hizo aprobar la Ley de Mancomunidades, pero pronto tropezó con la oposición en el seno de su partido, por lo que se vio obligado a dimitir en octubre de 1913.

Alfonso XIII encargó entonces formar gobierno al conservador Eduardo Dato, siguiendo la lógica de la alternancia canovista.

II.- Alfonso XIII:  La crisis del parlamentarismo (1914-1923).

1.- El impacto de la Primera Guerra Mundial

Con el conservador Eduardo Dato en el gobierno, la división de su partido era ya flagrante: los primeros meses de su gobierno estuvieron marcados por enfrentamientos directos entre sus partidarios y los mauristas, convertidos en oposición cada vez más derechista dentro del partido.  Eso no le impidió ganar las elecciones, recurriendo como siempre al encasillado y pese al aumento de diputados republicanos y regionalistas.

El estallido de la Primera Guerra Mundial, en agosto de 1914, fue seguido de una declaración de neutralidad del Gobierno español, que obtuvo un respaldo prácticamente generalizado. Al aislacionismo que había caracterizado la política española desde hacía más de un siglo, se unía la conciencia de la propia debilidad diplomática, económica y militar. La neutralidad, sin embargo, no impidió que la opinión pública se dividiera entre «aliadófilos> y «germanófilos> ni que el tema se debatiera apasionadamente en las Cortes, la prensa y la calle. En general, la opinión progresista, los intelectuales y los sectores financieros e industriales apoyaban a los aliados, a quienes se identificaba con el liberalismo parlamentario, mientras los «germanófilos» eran mayoría entre los oficiales, el clero, la aristocracia y los terratenientes, que se identificaban con el orden, la disciplina y el conservadurismo asociados a la imagen de Alemania.

Consecuencias económicas de la guerra:  La posición de no beligerancia en una Europa inmersa en el conflicto proporcionó una oportunidad única para el desarrollo de la economía española.  Si inicialmente la incertidumbre hizo caer las Bolsas y se produjeron quiebras y repatriaciones de capitales, desde 1915, sin embargo, se generó un espectacular proceso de expansión debido a las ventajas de la neutralidad.  Se dispararon las exportaciones, la industria creció de manera fulgurante y los beneficios recogidos permitieron dos años de euforia general, sobre todo en las clases medias y altas.  Será a partir de 1917 cuando comiencen a manifestarse los signos del desigual reparto y las primeras incertidumbres, cuando los beligerantes empiecen a recuperar su capacidad productiva y el boom empiece a remitir.

La Gran Guerra provocó consecuencias sociales muy negativas.  La repatriación de emigrantes hizo aumentar el paro, y los salarios crecieron por debajo de los precios, que acusaron un fuerte proceso de inflación.  Los intentos desde el gobierno por controlar la situación chocaron con los intereses de industriales y terratenientes, beneficiados por las exportaciones.

2. LA CRISIS DE 1.917.

A partir de 1917, el sistema del turno pacífico va a entrar en un proceso de deterioro que nos conducirá a la dictadura de Primo de Rivera.

La crisis del 17 tiene tres frentes: el militar (Juntas de Defensa), el político (Asamblea de Parlamentarios) y el social (huelga general).

2.1. Juntas de Defensa.

En el ejército había insatisfacción por los siguientes motivos.

  1. El excesivo número de mandos en proporción al de soldados (en 1912 había más de 10000 oficiales para 80000 soldados), lo que da lugar a un ejército poco operativo, el malestar entre jefes y oficiales y un mayor coste de mantenimiento.
  2. Problemas derivados de la inflación provocada por la Gran Guerra.
  3. Los diferentes criterios para determinar los ascensos: según méritos de guerra por la participación en la guerra en norteáfrica; por antigüedad en Artillería, "políticos" en Infantería.

Para tratar estos problemas y defender sus intereses, los militares forman Juntas Militares de Defensa que, desde 1916, se extienden por toda España, y son coordinadas por un comité en Barcelona. Las Juntas Militares de Defensa reclamaban el incremento de los sueldos, la determinación de los ascensos por rigurosa antigüedad y la supresión de los ascensos por méritos de guerra, que solo beneficiaban a los oficiales que combatían en Marruecos.

El gobierno liberal de García Prieto intenta disolverlas, pero no puede y dimite. El gobierno conservador que le sustituye legaliza las Juntas. Serán disueltas en 1922, tras la derrota de Annual, pero ya en 1918 habían logrado por ley una subida de sueldos y la regulación de los ascensos por una Junta de Calificación.

2.2. Asamblea de Parlamentarios.

En julio de 1917, ante la suspensión de garantías constitucionales y la negativa del gobierno a convocar el inicio de las sesiones de Cortes, un grupo de unos setenta diputados y senadores que pertenecían a los grupos políticos de oposición marginados del sistema turnista decidieron reunirse en Barcelona para crear una Asamblea de Parlamentarios. Con este acto de rebeldía, los nacionalistas catalanes, los republicanos y los socialistas se atrevieron a desafiar al gobierno con la intención de forzar una rápida renovación del régimen político. Entre los participantes se encontraban Melquíades Álvarez, Alejandro Lerroux y Pablo Iglesias, pero el grupo político que llevó la iniciativa, impulsó y protagonizó esta Asamblea de Parlamentarios fue la Lliga catalana de Francesc Cambó.

Las dos peticiones más importantes formuladas por los asambleístas fueron la exigencia de una reforma constitucional que facilitara la verdadera democratización del sistema político español para acabar con el turnismo y con las intromisiones del rey en los asuntos de gobierno y en segundo lugar, la solicitud de la autonomía política para Cataluña, que debería hacerse extensiva a todas las regiones de España.

Esta Asamblea fue disuelta sin violencia y la Lliga catalana terminó   pactando   con   el   gobierno   por   temor   a   que   la   situación   se descontrolara y favoreciera el triunfo de una revolución proletaria. El nuevo gabinete ministerial formado en noviembre de 1917 incorporó a dos miembros de la Lliga (Joan Ventosa y Felipe Rodés). Lo cierto es que la Lliga contribuyó así a reforzar el mismo sistema que aseguraba combatir y, en definitiva, los catalanistas tampoco consiguieron con su participación en el gobierno la introducción de ninguna de las propuestas reformistas que habían promovido en la Asamblea de Parlamentarios.

Por su parte, tras este fracaso, el líder republicano Melquíades Álvarez terminó por convencerse de la inutilidad del recurso a medidas de fuerza para conseguir una democratización del sistema.

2.3. Huelga general.

Desde 1915 sucedió una oleada de huelgas debido a la inflación causada por la Gran Guerra. Al año siguiente, UGT y CNT acordaron presionar al gobierno de Romanones para que tomara medidas contra el desempleo y la inflación, llegándose así a la huelga general de diciembre. Su éxito animó a ambos sindicatos a unir sus fuerzas, pero con distintos objetivos: los socialistas querían impulsar la revolución democrático-burguesa, y los anarquistas la revolución social. Para conseguirlos, Largo y Besteiro firmaron con Pestaña y Seguí, en marzo de 1917, un manifiesto en favor de la huelga general.

Los socialistas negociaron también con republicanos y reformistas. En caso de derribar al gobierno, el reformista Melquíades Álvarez sería el presidente y Pablo Iglesias ministro de Trabajo.

Y en agosto de 1917 ocurre la huelga general, que afecta especialmente a Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia y Asturias (mineros del socialista SOMA). Sus causas son:

  1. Problemas derivados de la inflación provocada por la Gran Guerra (Disminuyen las importaciones y aumentan las exportaciones, lo que provoca la escasez y el encarecimiento de la oferta (=inflación). Esto da lugar, a su vez, a una subida generalizada de precios en tanto que los salarios no suben en la misma proporción. La consecuencia es que se pierde poder adquisitivo. Clases medias, proletariado y funcionarios son los que más pierden, mientras los fabricantes o empresarios aprovechan la coyuntura y se enriquecen).
  2. Propagación del éxito de la revolución rusa de febrero.

Es una huelga revolucionaría respaldada por la UGT y la CNT, indefinida hasta que se convocaran elecciones a Cortes Constituyentes y se aceptasen las mejoras económicas y laborales pedidas.

Los obreros creían contar con el apoyo del ejército y de los parlamentarios para lograr sus propósitos. No fue así y el movimiento fracasó. Hubo más de 70 muertos, 200 heridos y 2000 detenidos, y fueron encarcelados los miembros del Comité de Huelga, formado entre otros por los socialistas Largo Caballero, Julián Besteiro y Marcelino Domingo.

2.4. Balance de la crisis.

  1. Las Juntas consiguieron sus propósitos y se disolvieron en 1922.
  2. La Asamblea fue disuelta por el gobernador de Barcelona.
  3. Los huelguistas fueron duramente reprimidos por el ejército.

La burguesía, temerosa de las repercusiones que pudiera tener para sus intereses el triunfo de una revolución proletaria - "desde abajo" -, pactó con la monarquía un gobierno de concentración.

3. LOS ÚLTIMOS AÑOS DEL SISTEMA BIPARTIDISTA

El sistema del bipartidismo, que había sostenido a la Restauración, entró definitivamente en quiebra desde 1917. Entre este año y 1923 hubo trece cambios de gobierno y treinta crisis parciales. El panorama político era de confusión y crisis permanente:

-El aumento de precios tras la Gran Guerra provocó manifestaciones y huelgas, que fueron contestadas por los patronos con el cierre de empresas (lock-out) y el pistolerismo. El paro aumentó y con él la agitación social. Entre 1919 y 1921 hubo continuos atentados y numerosos muertos, la mayoría obreros. Las autoridades se sumaron a las represalias aplicando la «ley de fugas» para ejecutar a los detenidos. La respuesta anarquista fue el asesinato de Eduardo Dato, en 1921. Dos años después también perdía la vida el líder anarquista Salvador Seguí.

-   Reclamaciones regionalistas de  la autonomía política: En  Cataluña la reclaman la Mancomunitat y la Lliga de Catalunya, en el País Vasco los ayuntamientos.

-  La oligarquía temía el ascenso en las elecciones de socialistas y republicanos, el auge del movimiento obrero y, desde 1.921, el surgimiento de un nuevo partido político desgajado de las Juventudes del PSOE: el Partido Comunista.

-  Se suceden los gobiernos de concentración y gobiernos de gestión (el rey otorga la confianza a un jefe de gobierno y éste nombra a los ministros según criterios de fidelidad personal), que no son capaces de consolidar la ocupación del protectorado marroquí, de resolver el desorden público en el interior y la radicalización obrerista, ni de atender a las exigencias de los< regionalismos.

3.1.- La crisis marroquí: El desastre de Annual

Desde su estallido, la guerra de Marruecos se había ido complicando cada vez más, lo que llevó en 1912 al gobierno de Canalejas a pactar con Francia una nueva división del Protectorado, que recortaba la zona española. Tras la Primera Guerra Mundial, los franceses reanudaron su avance en el protectorado, y España emprendió igualmente una política de expansión. Bajo las órdenes del general Berenguer, se inició una acción sistemática de control del territorio del Rif. Frente a unas tribus muy beligerantes y que luchaban en un terreno abrupto y difícil, se encontraba un ejército mal pertrechado y compuesto de una mezcla de regulares (tropas indígenas), soldados de reemplazo y miembros de la Legión, unidad creada por entonces a imitación de la francesa.

En el verano de 1921, una acción mal planificada desde la comandancia de Melilla por el general Fernández Silvestre permitió al líder guerrillero del Rif, Abd-el-Krim, atacar las posiciones defendidas por tropas mal agrupadas y preparadas, que huyeron precipitadamente sin que los mandos supieran afrontar la situación. La huida desencadenó una matanza: el «desastre de Annual», que supuso la pérdida de 13.000 vidas, incluida la de Fernández Silvestre, más de mil prisioneros y cinco mil kilómetros cuadrados perdidos..

Annual se convirtió en un serio revés para el Ejército y para los sucesivos gobiernos. A la impopularidad de la guerra marroquí, vista por la opinión pública como una sangría inútil y carísima, se unieron ahora las voces que reclamaban responsabilidades por la derrota.

El expediente fue instruido por el general Picasso. Las compañías que explotaban los recursos mineros, con importantes intereses en la región, y el Gobierno, opuesto a ahondar en la investigación, entorpecieron su trabajo. Aun así, se hallaron negligencias graves que llegaban a salpicar directamente a la corona. El PSOE y los republicanos se beneficiaron de sus críticas en las Cortes y su popularidad aumentó al defender el abandono de Marruecos.

Por su parte los mandos militares se sintieron incomprendidos y acusaron a los políticos de haber negado al ejército los recursos económicos imprescindibles para ganar la guerra. El descalabro de Annual y sus secuelas también tuvieron importantes efectos inmediatos sobre la política interna española, ya que esta derrota se convirtió en otro de los motivos argumentados por el general Miguel Primo de Rivera para justificar su golpe de Estado en 1923 que pondría fin de forma definitiva al sistema político de la Restauración.

Por último las campañas de Marruecos reforzaron las convicciones antidemocráticas, la mentalidad antiliberal, la preferencia por las soluciones políticas autoritarias entre la mayoría de los oficiales españoles que combatieron allí (Franco. Mola, Sanjurjo, Goded o Yagüe).

III.- La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) : Causas y el Directorio Militar (1923-1925).

CONTEXTO INTERNACIONAL

La década de 1920 es de crecimiento económico, que beneficia sobre todo a las clases medias. Europa se aprovecha de los préstamos concedidos por Estados Unidos para recuperarse de los desastres provocados por la Gran Guerra.

La URSS deviene en 1924, de la mano de Stalin, en una dictadura totalitaria controlada por el Partido Comunista. La tierra se colectiviza y el país se convertirá en una gran potencia industrial a partir de 1929 con la puesta en marcha de los planes quinquenales.

En Europa Occidental, el parlamentarismo democrático se muestra ineficaz para eliminar las desigualdades sociales, pese a la buena marcha de la economía. En este contexto surgen ideologías autoritarias, encabezadas por ligas de ex-combatientes en Alemania, Italia y Francia, así como sindicatos y partidos políticos relacionados con la izquierda, adscritos a la IIIInternacional o Komintern, dirigida desde Moscú desde 1919.  

En varios estados europeos se produce un viraje hacia el autoritarismo: Italia (Mussolini, d. 1922), España (Miguel Primo de Rivera, d. 1923), Polonia (Pilsudsky, d. 1926), etc.

Pero, sin duda, el suceso más grave de este tiempo es el crack de la Bolsa de Nueva York en 1929. El crédito barato y las continuas subidas de acciones encubrían la superproducción y la consiguiente acumulación de stocks, en parte a causa de la recuperación de las economías europeas. Cuando empezaron a bajar las acciones y se conoció la realidad, se desató una fiebre vendedora que precipitó la crisis: cerraron empresas, aumentó el paro y la miseria. Entonces, Estados Unidos repatrió los capitales depositados en Europa, y con ello extendió la crisis, que fue especialmente grave en Alemania y Austria.

1.- EL GOLPE DE ESTADO DEL GENERAL PRIMO DE RIVERA

El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera —que ejercía el cargo de capitán general de Cataluña— sacó sus tropas a la calle, ocupó los principales edificios oficiales de Barcelona e hizo público un manifiesto donde exponía los motivos e intenciones de su rebelión. Recibe el respaldo del rey y del Ejército, y es aceptado por la burguesía catalana, la Lliga Regionalista y los socialistas. Gracias al consentimiento del monarca, la sublevación anticonstitucional quedó legalizada y triunfó sin derramamiento de sangre y sin encontrar ninguna resistencia. De este modo, Alfonso XIII se convirtió en el responsable directo del éxito del golpe de Estado y del mantenimiento de la dictadura primorriverista.

Las Causas del golpe de Estado son:

  1. Las Consecuencias del desastre de Annual: en el ejército provocó un deseo de cambio político, exigiendo mayores presupuestos y más medios para vengar la derrota. En la opinión pública causó indignación y oposición a la continuación de la guerra, así como la exigencia de responsabilidades a los  culpables. Ante la negativa del gobierno de aumentar los presupuestos, varios jefes militares, como los africanistas, se sumaron al golpe.
  2. La Instrucción del expediente Picasso provocó fricciones entre las Cortes y el ejército, que quería detenerlo para evitar responsabilidades de Berenguer y el Rey. La Disolución de la Juntas de Defensa soliviantó los cuarteles.
  3. El auge del nacionalismo en Cataluña y País Vasco era visto con recelo por los grupos más derechistas, como una amenaza para la unidad de la Patria.
  4. La división de los partidos Conservador y Liberal, y el auge de Republicanos y Socialistas, que amenazaba a la oligarquía y a los militares conservadores. Un gobierno autoritario podría frenar la protesta social y al movimiento obrero.
  5. La generalización de los desórdenes públicos, la agudización de los conflictos sociales, la extensión de las protestas campesinas y la multiplicación de las huelgas obreras, cuya violencia iba en aumento (por ejemplo, una huelga de transportes que tuvo lugar en Barcelona pocas semanas antes del golpe militar dejó 22 muertos).
  6. La opinión pública criticaba al gobierno y a los partidos del turno. Gana adeptos la posibilidad del “Hombre de Hierro”.
  7. El apoyo del Rey. Consultó un gobierno militar con Maura en 1923. No alentó el golpe, pero no se opuso a él, y le apoyó en las horas claves del golpe.
  8. El contexto internacional: crisis económica, trauma de la guerra, triunfo de la Revolución Rusa, que alienta los movimientos radicales y militaristas

Los principales objetivos que se proponía alcanzar Primo de Rivera, expuestos en el manifiesto del régimen, desde el poder eran: solucionar el problema marroquí, garantizar el orden público, impedir el triunfo de una insurrección revolucionaria, acabar con el terrorismo anarquista y erradicar los movimientos nacionalistas en Cataluña y el País Vasco, así como un proyecto regeneracionista para corregir los defectos del sistema y acabar con el caciquismo.

Los valores y principios que inspiraban al general Primo de Rivera —que sentía sincera admiración por la tarea que habían emprendido los fascistas de Mussolini en Italia— eran simples, tradicionales y típicamente castrenses, ya que se basaban en el amor a la patria, el orden, la eficacia, la disciplina y la autoridad.

La sublevación militar no sorprendió a ningún sector de la sociedad y, en líneas generales, la opinión pública española acogió la nueva situación entre la indiferencia y la aprobación. Desde el primer momento, los sectores patronales, la burguesía y las clases medias católicas y derechistas recibieron la dictadura con enorme entusiasmo y satisfacción. Por el contrario, anarquistas y comunistas reaccionaron convocando una huelga general que fracasó, mientras que los socialistas prefirieron no ofrecer ninguna resistencia activa y sólo protestaron verbalmente con gran prudencia.

2. EL DIRECTORIO MILITAR (sept. 1.923 - dic. 1.925).

Se implanta una dictadura férrea en la que el ejército se hacía con el poder. El día 15 El Rey nombra ministro único al General Primo fe Rivera, a quien asistía, a título consultivo, un Directorio Militar, compuesto por los jefes del ejército. Decretó el estado de guerra, sustituyó a los Gobernadores Civiles por Militares y a los altos cargos de la Administración por militares o adeptos al régimen.

Miguel Primo de Rivera se pone al frente de un Directorio Militar y toma como primeras medidas: la disolución del Parlamento, la suspensión de las garantías constitucionales y el establecimiento de la censura de prensa. Gobierna por medio de decretos y con una política basada en el paternalismo y el populismo, encaminada a la conservación de los valores que él cree esenciales, y que coinciden con los de los carlistas: Patria, Religión y Monarquía. Los grandes problemas con los que se enfrenta son:

a)El social.- Se restablece el orden público y se desarticula la C.N.T. (ilegal entre 1924-27), a causa de su trayectoria terrorista entre 1.919-23. Con el fin de preservar la paz social y defender la propiedad privada se crea (RD de 18 de septiembre de 1923) en todas las provincias españolas una organización armada de carácter civil que ya existía en Cataluña, el Somatén.

b)El político.- El objetivo es la institucionalización del régimen. Realizaciones más importantes:

  1. Centralización del Estado, que lleva al control de la Mancomunidad catalana y, finalmente a su desaparición en 1925, cuando se aprobó la Ley de Estatutos Provinciales. A Cataluña se le prohibió el uso de la bandera e himno propios y el idioma quedó restringido al ámbito privado; además, se suspendió la enseñanza de la lengua, historia y literatura catalanas en centros docentes. Igualmente, el PNV y su periódico Aberri fueron clausurados.
  2. Nombramiento de nuevos gobernadores civiles, que seguirán designando alcaldes y representantes en las diputaciones provinciales.
  3. Formación de Unión Patriótica en abril del 24, partido único ultraconservador, con la idea de consolidar la dictadura. Los gobernadores civiles se encargarían de organizarlo, lo que no lograron hacer eficazmente. El lema de la U.P. era "Patria, Religión, Monarquía", y sus afiliados eran funcionarios y pequeños y medianos propietarios.
  4. Anulación de toda oposición política, lo que se lleva a cabo prohibiendo la actividad de grupos y partidos críticos al régimen y persiguiendo a disidentes como Unamuno, al que se desterró a la isla de Fuerteventura, lo cual motivó manifestaciones estudiantiles en Madrid y la adhesión de catedráticos, que fueron expedientados. Unamuno escapó del confinamiento y, junto a Vicente Blasco Ibáñez desataron desde Francia una campaña contra la Dictadura y la Monarquía.
  5. Lucha contra la corrupción y el caciquismo, lo que intenta infructuosamente José Calvo Sotelo, director general de Administración Local, con los Estatutos Municipal y Provincial, respectivamente de 1.924 y 1.925, que permitirían formar ayuntamientos y diputaciones por dos medios: sufragio universal y designación de las corporaciones. Al final, ninguno de ellos entraría en vigor porque, en el fondo, Primo de Rivera temía liberalizar el régimen.

c) El militar.- Se resuelve, en junio de 1924, el asunto de las responsabilidades por el desastre de Annual, condenándose, entre otros, a Dámaso Berenguer por la derrota, pero al mismo tiempo se les concede la amnistía. Los rífenos continuaron hostigando a las tropas españolas, que abandonaron la ciudad de Xauen y se retiraron de la zona occidental, muriendo dos mil soldados. Después, Abd-el-Krim proclamó la República del Rif con capital en Axdir y, con sus tropas bien organizadas y equipadas volvió a las hostilidades en 1924.

En abril de 1925 el líder rifeño atacó la zona del Protectorado francés. España y Francia unieron sus fuerzas y el ocho de septiembre se produjo el desembarco de Alhucemas al mando del general Sanjurjo; Primo de Rivera dirigió las operaciones en la que participaron entre otros el mariscal francés Pétain y el teniente coronel Franco al frente de la Legión. La guerra continuó hasta junio de 1926, cuando se rindió Abd-el-Krim a las tropas francesas.

IV.- La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) : El Directorio Civil (1925-1929) y  evolución política hasta la caída de la monarquía (abril 1931).

1.- EL DIRECTORIO CIVIL (dic. 1.925 - enero 1.930).

Tras el éxito de Alhucemas, Primo de Rivera quiso afianzarse en el poder, pero intentó un giro hacia la normalidad en la política del Estado, dando protagonismo a los civiles en el gobierno, algo que sería bien acogido por el monarca y la aristocracia terrateniente y financiera.

Así el 3 de diciembre de 1925 se formó un gabinete civil de tecnócratas presidido por el dictador, en el que destacan el general Martínez Anido (ex-gobernador civil de Barcelona), como ministro de Gobernación, gentes procedentes de Unión Patriótica como Ponte en Justicia y Callejo en Instrucción Pública y, sobre todo, jóvenes tecnócratas como José Calvo Sotelo en Hacienda, Eduardo Aunós en Trabajo y Rafael Benjumea, conde de Guadalhorce, en Fomento.

El tiempo de vigencia del Directorio Civil está caracterizado por la definitiva pacificación del norte de Marruecos, el intento de completar el proceso de institucionalización del régimen y el desarrollismo económico, con la intervención directa del Estado, que se responsabilizó de la continuidad del proteccionismo, la inversión pública en obras públicas y la concesión de monopolios.

En el ámbito político destaca la creación de la Asamblea Nacional Consultiva y el intento de dotar al país de una Constitución; entre las iniciativas socio-económicas: la formación de los Comités Paritarios y las obras públicas.

La Asamblea Nacional Consultiva. En vísperas del tercer aniversario del golpe de Estado, La Gaceta publicaba el Real Decreto instituyendo la Asamblea Nacional Consultiva, que habría de estar compuesta por representantes de corporaciones políticas (a nivel del Estado, del municipio, de la provincia y del partido Unión Patriótica) y laborales (ámbito del trabajo y de la cultura). Su naturaleza era fiscalizadora y consultiva de la labor del gobierno. Tenía encomendada la labor de preparar anteproyectos de ley y dictaminar sobre los que le fueran presentados, por lo tanto no tenía carácter puramente legislativo ni era dicha Asamblea consecuencia de representación popular.

La Asamblea contó desde el principio con el rechazo de personalidades de la izquierda y socialistas, invitados a integrase a ella, y la crítica de los monárquicos Romanones y Sánchez Guerra.

En 1.929, por presión de la UGT se acordó que algunos escaños fueran electivos para este sindicato, pero después los socialistas renunciaron a formar parte de la Asamblea.

En 1.929 el D. Civil consultó a la Asamblea Nacional sobre el anteproyecto de una nueva Constitución, que había sido elaborada por un grupo de personas escogido entre la misma, pero ni siquiera se llegó a discutir porque antes cayó la dictadura.

La Constitución de 1.929. Sus principales características eran:

  1. Soberanía del Estado.
  2. Cortes unicamerales. Los diputados que las formaban provenían de: la elección por sufragio universal indirecto, la designación del rey y representación de las corporaciones.
  3. Confesionalidad católica, pero tolerancia de cultos.
  4. Creación del Consejo del Reino, con facultad de resolver recursos de inconstitucionalidad y nombrar al presidente del gobierno.

Las ideas de este texto constitucional influyeron después en la democracia orgánica del régimen del general Franco.

La Organización Corporativa del Trabajo La Organización Corporativa del Trabajo se constituyó por el R.D. del 26/11/1926, con el objetivo de aumentar la producción. Tenía una estructura jerarquizada, en cuya composición participaban representantes del gobierno y del ámbito laboral relacionado con la industria y el comercio.

El corporativismo pretendía ofrecer una alternativa a los sistemas capitalista y socialista.

Los órganos que se escalonaban en su estructura eran los siguientes:

1 .Los Comités Paritarios, formados por obreros y patronos de cada sector profesional y lugar, elegidos por las asociaciones correspondientes; particularmente afectan a la industria y al comercio. El presidente y vicepresidente de los Comités Paritarios eran nombrados por el Ministerio de Trabajo. El objetivo principal de estos Comités era impedir conflictos laborales mediante la negociación. En los pleitos solían favorecer a los trabajadores, lo que benefició a los socialistas, que eran mayoría en dichos Comités.

2.Comisiones Mixtas Provinciales de Trabajo, que funcionaban a modo de Magistraturas de Trabajo, velando por el cumplimiento de los deberes de patronos y obreros. Estas Comisiones y los Comités eran organismos encargados de regular la vida profesional.

3.Consejos de las Corporaciones, que eran las entidades superiores de cada oficio. Los integraban los Comités Paritarios de las Corporaciones.

4.La Comisión Delegada de los Consejos era el órgano supremo de la Organización Corporativa y estaba formada por representantes de los Consejos de las Corporaciones.

Profesionalmente, la Organización Corporativa Nacional dirigió su actuación, como ya se ha dicho, a la industria y el comercio; cuando en mayo de 1928 un Real Decreto extiende la experiencia de los Comités al sector agrario fracasará por la desconfianza de los terratenientes, a pesar del apoyo de Eduardo Aunós y la predisposición de los trabajadores del campo de la UGT.

En los Comités Paritarios (antecedentes de los Jurados Mixtos de la II República o de los Sindicatos Verticales del franquismo) participó la U.G.T. dirigida por Largo Caballero. Este sistema corporativo sirvió a la paz social y a la disminución de las huelgas y, contribuyó al incremento de la productividad. En concreto, su participación se centraba en la mediación en conflictos laborales, la legislación de condiciones de contratos, la inspección del cumplimiento de la normativa laboral y la imposición de sanciones.

Durante el Directorio Civil hubo importantes medidas sociales como un Código Laboral que regulaba los contratos, tribunales laborales, subsidio a las familias numerosas, seguro de maternidad, regulación del descanso dominical y del trabajo a domicilio. En general hubo una mejora del nivel de vida en cuanto a relación entre precios y salarios.

La Dictadura dio un gran impulso (superior al de épocas precedentes) a la instrucción pública: se construyeron centros docentes de educación primaria y de bachillerato, centros de preparación de maestros -Escuelas Normales- y se incrementó el salario de éstos. Pero sólo el 25% de los institutos de bachillerato pertenecían al Estado, y en la Universidad se recortó la libertad de cátedra.

El régimen primorriverista puso en práctica una política económica caracterizada por una fuerte intervención del Estado en todos los ámbitos de la economía del país. Algunas muestras fueron:

  1. El   control   gubernamental   de   todos   los   sectores   productivos   y  la   supervisión   de   las actividades económicas.
  2. El reforzamiento del proteccionismo arancelario para salvaguardar los productos agrarios e industriales nacionales de la competencia exterior.
  3. La creación de monopolios en los sectores energético y de telecomunicaciones. Como la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), presidida por Juan  Manuel de Urquijo, e importante participación de la estadounidense ITT. O en  1927 la compañía CAMPSA, que pasó a controlar en exclusiva la importación, refinado, distribución y venta de petróleo en nuestro país.
  4. El  incremento  de   las  inversiones   públicas   para  financiar  la  construcción  de  redes   de carreteras, grandes obras hidráulicas y sistemas de regadío o las Confederaciones Hidrográficas.
  5. La concesión de ayudas y subvenciones económicas a empresas privadas nacionales con cargo a los fondos presupuestarios públicos.
  6. La creación de los Comités Paritarios.

Los resultados más evidentes de la política económica primorriverista fueron la drástica disminución del número de huelgas, la realización de modernas obras públicas y el aumento de los niveles de producción, que fue más espectacular en aquellas empresas dedicadas a la fabricación de hierro, acero y cemento. Por contraste, el Estado se endeudó en exceso y el intervencionismo gubernamental dio origen a frecuentes y escandalosas prácticas de corrupción y favoritismo. En definitiva, los principales beneficiados fueron los grandes grupos empresariales, muchos de ellos vascos y catalanes, que resultaron muy favorecidos con los contratos públicos y con el suministro de material al Estado. Es importante señalar que la dictadura se aprovechó de la coyuntura internacional de recuperación económica general que experimentó toda Europa durante los años veinte.

4. LOS PROBLEMAS DE LA DICTADURA.

Las más graves dificultades con que se encontró la Dictadura fueron:

- Rechazo social al sistema, que se hace evidente por parte de los anarquistas de la F.A.I., los republicanos (Lerroux, Azaña), los grupos monárquicos (conspiración militar liderada por el político Sánchez Guerra a principios de 1929), los socialistas de la U.G.T. (se niegan a aceptar los escaños que se les reservan en la Asamblea Nacional en 1.929), el Partido Comunista (desgajado del PSOE en el Congreso de abril del 21 y adherido a la Komintern o III Internacional) los intelectuales (Unamuno, Marañón), estudiantes de la Federación Universitaria Escolar desde enero de 1927 y los periodistas a causa de la censura a la prensa.

Algunas agrupaciones, en un intento de derribar a la monarquía, formaron en 1926 Alianza Republicana: Acción Republicana (Azaña), Partido Republicano Federal (Hilario Ayuso), Partit República Cátala (Marcelino Domingo), Partido Radical (Lerroux) y Prensa Republicana (Roberto Castrovido).

- Las dificultades financieras y la inflación que, en parte, son consecuencia del crack de la Bolsa neoyorquina de 1.929. Se retira la inversión extranjera, se devalúa la moneda, cierran empresas y aumenta el paro. A ello se une el disgusto de los empresarios por el excesivo intervencionismo del Estado en la economía nacional y por la influencia de los trabajadores en la Organización Corporativa del Trabajo.

- Oposición catalanista. Las medidas represoras contra el nacionalismo catalán tomadas desde 1924, enfrentaron a Primo de Rivera con la organización del Estat Cátala, de Francisco Maciá, que proclama desde Francia la República Catalana; los republicanos de la Unió de Rabassaires; el clero nacionalista, al que se le prohibió predicar y catequizar en la lengua propia< y; contra Acció Catalana (dirigido por Nicolau D'Olwer), un partido producto de la escisión de la conservadora Lliga Regionalista en 1922.

- Descontento en el Ejército. En junio de 1926 un Real Decreto suprime la "escala cerrada" de los Cuerpos de Artillería e Ingenieros, por la que los militares ascendían según antigüedad y no en recompensa por méritos de guerra. El Cuerpo de Artillería se declaró en rebeldía contra el Decreto. P. de Rivera lo disolvió y suspendió de empleo y sueldo a sus oficiales.  

Tres fueron las conspiraciones más interesantes que hubo de enfrentar Primo de Rivera:

1. La Sanjuanada. El 24 de junio de 1926, San Juan, estaba previsto un pronunciamiento dirigido por el coronel Segundo García, en el que estaban implicados, entre otros, los militares capitán general Weyler y general Aguilera, políticos monárquicos como Melquíades Alvarez y el conde de Romanones, republicanos como José Giral, y gran parte de los anarcosindicalistas. Los socialistas rehusaron tomar parte. Se redactó un manifiesto firmado por Weyler y Aguilera, en el que se pedía el restablecimiento de la legalidad constitucional y la conservación del orden público. El pronuciamiento fracasó porque algunos militares fueron detenidos y otros no se decidieron actuar. Como castigo, los inculpados recibieron multas gubernativas y cárcel.

2. El complot de Prats de Molió. La organización nacionalista Estat Cátala, de Francisco Maciá (ex - teniente coronel), preparó una expedición armada a Cataluña con el fin de proclamar la República Catalana (llamada a integrase en un futuro estado republicano español). Catalanes y antifascistas italianos se concentraron en un pueblo del Pirineo en territorio francés llamado Prats de Molió en octubre de 1926. La delación de confidentes infiltrados dio al traste con la intentona. La gendarmería francesa confiscó un gran arsenal, y unos cuarenta catalanes, entre ellos Maciá, fueron expulsados de Francia.

3. Conspiración de Sánchez Guerra en enero del 29. El político monárquico encabeza un pronunciamiento en el que se comprometieron los grupos políticos que formaban Alianza Republicana, numerosos jefes militares y la CNT (que apoyaría llamando a los obreros a la huelga). Llegado el momento sólo se sublevó el regimiento de Artillería de Ciudad Real y sólo algunas fábricas del país secundaban la intentona.

A ello debemos unir el distanciamiento entre el Rey y el dictador y la mala salud de este.

Incapaz de enfrentar la cada vez más complicada situación económica y social que vivía el régimen y abandonado por los propios mandos, el 27 de enero de 1930, Primo de Rivera presentó la dimisión al rey.

5. LOS ÚLTIMOS GOBIERNOS DE ALFONSO XIII.

Alfonso XIII, cuya Monarquía ya se había desprestigiado con la dictadura, hizo un último intento para salvarla, y así nombró para presidir el nuevo gobierno al general Dámaso Berenguer (jefe de su cuarto militar) con el objetivo de restablecer la normalidad constitucional.

Al período comprendido entre enero de 1.930 y febrero del año siguiente se le llama la Dictablanda, porque Berenguer gobierna a base de decretos y apoyado por terratenientes y conservadores monárquicos como La Cierva y Romanones. Se dio una amplia amnistía, se devolvieron sus cátedras a los profesores que habían dimitido de ellas, se reconoció a la FUE, fue disuelta la Asamblea Nacional, se restaura la Constitución del 76, pero no se produce la convocatoria de las Cortes suprimidas en 1.923. Pero esta apertura llega demasiado tarde porque hasta conservadores como Maura o Sánchez Guerra se declaran favorables a la República y en el Ateneo de Madrid pronuncian conferencias monárquicos, socialistas y republicanos, que reclaman elecciones a Cortes Constituyentes.

El gobierno actúa con excesiva lentitud en la confección del censo electoral, y mientras tanto, en medio de una grave crisis económica, aumenta el número de huelgas y manifestaciones. Sólo apoyan al régimen ya la Lliga y la Unión Monárquica (sucesora de Unión Patriótica). Ante este panorama, en agosto de 1.930 republicanos (incluidos los regionalistas), radicales y Derecha Liberal Republicana firmaron el Pacto de San Sebastián (al que luego se adhirieron PSOE, UGT y CNT) para acabar con la Monarquía, reunir Cortes Constituyentes y presentar ante ellas un Estatuto de Autonomía para Cataluña. A partir de aquí se formó un Comité Revolucionario, encabezado por Alcalá Zamora, que se encargó de entrar en contacto con militares republicanos para preparar una conspiración y con líderes obreros para que la apoyaran. El pronunciamiento se fijó para el 15 de diciembre, pero se adelantaron en tres días los capitanes Galán y García Hernández en Jaca (Huesca), que fracasaron y fueron fusilados. Al tiempo se encarceló a miembros del Comité Revolucionario.

El proceso hacia la normalidad democrática es muy lento (confección del censo electoral), y cuando se anuncian elecciones a Cortes ordinarias para diputados y senadores en febrero de 1931, los republicanos, socialistas y liberales monárquicos manifiestan su retraimiento y que sólo participarían en elecciones a Cortes Constituyentes, ante lo cual no se llegarán a celebrar.

Es un tiempo de crisis económica, aumento del paro y agitación social alentada por catalanistas y oposición política.

La contestación al régimen fue en aumento, entre otros sectores por parte de los intelectuales, que habían formado en febrero de 1.931 la agrupación Al Servicio de la República, con Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Pérez de Ayala entre otros.

Dámaso Berenguer dimite y es sustituido en febrero del 31 por el almirante Aznar, quien preside un gobierno de concentración. Aznar convocó elecciones municipales para el 12 de abril. El resultado de las mismas fue favorable a los monárquicos, pero los partidos republicanos vencieron en casi todas las grandes ciudades, lo que hacía previsible su victoria en las futuras elecciones generales.

El rey considera el resultado de las municipales como un plebiscito contra la Monarquía. Dirige un manifiesto de despedida: Al País, que había redactado Gabriel Maura (ministro de Trabajo) y, aconsejado por el ministro de Estado -Asuntos Exteriores- Romanones, opta por abandonar el cargo el 14 de abril, proclamándose la segunda República. El Comité Revolucionario es liberado y acatado por el general Sanjurjo, director de la Guardia Civil, pasando a asumir el poder del país.

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