Tema 4.- LA BAJA EDAD MEDIA. LA CRISIS DE LOS SIGLOS XIV Y XV

En los dos últimos siglos de la Edad Media los problemas se manifestaron en aspectos muy diversos: demográficos, económicos, sociales y políticos, que alcanzarían a todos los grupos de la sociedad y a circunstancias muy diversas de sus vidas.

Fue una conjunción de factores varios los que dieron lugar a la crisis, de manera que desde cambios climáticos, a la llegada de epidemias, pasando por guerras y hambrunas, nuevas formas de organizarse la sociedad y nuevas ideas políticas.

También se producen otros muchos cambios, entre los que destacan los culturales -el Gótico irá cediendo paso gradualmente al Renacimiento- y políticos -el origen del Estado Moderno, al imponerse la teoría de las nacionalidades sobre el vasallaje feudal-.

Durante esos siglos la Península Ibérica estaba ocupada por cinco grandes unidades políticas: el reino de Navarra, la corona de Castilla, la corona de Aragón, el reino de Portugal, y el reino nazarita de Granada.

 

   1.- Crisis y recuperación demográfica, social y económica en los siglos XIV y XV

 

   Desde finales del siglo XIII, casi toda Europa se ve inmersa en una grave crisis que afecta directamente a la demografía (caso de la Peste Negra del s. XIV o de la Guerra de los Cien Años en los s. XIV y XV), pero que tendrá su lógica repercusión sobre la economía y sociedad de sus habitantes.

   1.1.- Crisis Demográfica

 

   En España la situación era similar que en Europa occidental, por lo que también se vio afectada por la crisis demográfica, que estuvo propiciada por los siguientes parámetros:

 . Crisis climática, al sucederse varios años en los que se generalizaron las inundaciones a destiempo con otros de sequías prolongadas. En un modelo de agricultura extensiva y básicamente de subsistencia, esas adversas condiciones meteorológicas influyen negativamente sobre la producción originando carestía y hambre; que, a su vez, incidirá directamente sobre la salud, que no podrá resistir con fortaleza ante el acoso de las epidemias (como la Peste Negra, que entra en España por el Mediterráneo en 1348). Se estima que en algunas zonas la población descendió entre el 20 y el 40%.

 . Crisis bélica: como también sucedía allende nuestras fronteras, la guerra estuvo presente en la península durante esos siglos XIV y XV, tanto en Castilla como en Aragón y Cataluña (internas, o externas entre esos reinos). Incluso hubo frecuentes casos de revueltas o conflictos sociales, que a menudo se resolvían con las armas (con mortandades incluidas).

 . Crisis económica, al producirse cambios importantes en los sistemas de producción: al retroceder la agricultura cerealística en favor de otros productos más comerciales (con la lana, el vino, aceite y plantas industriales), por decisión de los señores propietarios de la tierra, lo que repercutía seriamente sobre la nutrición y subsistencia de una gran masa de población.

            Sin embargo, en el siglo XV se produce la recuperación de la población tras superar los escollos antes señalados: guerras, epidemias, carestía, etc. Esta superación no afectó a todos los reinos, territorios o épocas por igual, ya que fue más temprana e importante en Castilla, fue mayor en las ciudades que en el ámbito rural y en algunos casos hubo altibajos.

 

   1.2.- Crisis Económica

 

   Como antes decíamos, con el retroceso de la agricultura ante los nuevos sistemas de producción y otros factores se produjo un grave problema económico, en el que se vieron involucrados casi todos los estamentos de la sociedad, pero que naturalmente afectó más a las clases menos favorecidas, especialmente a los campesinos. Esa calamitosa situación repercutió del siguiente modo:

 . La mencionada crisis demográfica (por peste, guerra o emigración) originó un lógico descenso de población, sobre todo en las zonas rurales, por lo que muchas alquerías se despueblan y falta mano de obra.

 . Hubo un retroceso de los cultivos, en favor de la ganadería y otros sectores productivos.

 . Se desequilibran los precios y salarios, ante la lógica pugna entre oferta y demanda: al escasear mano de obra, suben los salarios, rebajando los beneficios del productor. Además, al disminuir la población, desciende la demanda y, consecuentemente, bajan lo precios, con lo que también se reducen las ganancias. De ese modo, muchas explotaciones dejan de ser rentables, siendo abandonadas o dedicándose a otra actividad (caza, ganadería, bosque, etc.). Eso también causó el incremento de los latifundios (a costa de esas propiedades abandonadas o mal vendidas) y la aparición de una figura que será clave en el futuro: el jornalero (que trabaja los bienes ajenos a cambio de un jornal o sueldo por día trabajado).

 . Al descender la población en las áreas rurales bajan las recaudaciones que los señores obtenían de sus vasallos, debido a los derechos territoriales o jurisdiccionales que sobre ellos poseían.

 - Pero hemos hablado al principio de recuperación en todos los sentidos que se produce a partir del siglo XV, lo que igualmente repercutió en este apartado, debido a la finalización de la crisis demográfica, a la aplicación de medidas políticas de apoyo y a la demanda de las ciudades o del comercio internacional. Se logró poniendo en cultivo tierras marginales o abandonadas, con la ganadería (que desde finales del siglo XIII había experimentado un progresivo auge con la creación de la Mesta, fundada por Alfonso X el Sabio en el 1273, la demanda de la lana merina y el apoyo de la Corona) y desarrollando nuevos cultivos muy solicitados en esos momentos (como la vid y otros).

   Mención aparte merece el Comercio, que se vio favorecido por la aparición de las rutas marítimas internacionales, lo que favoreció la especialización y exportación de la lana castellana, los tejidos catalanes, la siderurgia vasca, la naviera mediterránea o atlántica y la pesca. De ese modo surgen o se desarrollan las Ferias en Castilla o las Lonjas en Aragón, se incrementa el número de sociedades mercantiles y de los medios de pago (monedas, casas de cambio y letras de cambio), o se reanuda la actividad portuaria (sobre todo en el Cantábrico, Valencia y Sevilla).

 

   1.3.- Crisis Social

 

   Es comprensible que, ante tanta crisis demográfica y económica, las relaciones sociales también se verían afectadas, como veremos a continuación:

 . Los señoríos continuaron dominando sobre tierras y habitantes, pero llevan a cabo algunas modificaciones para superar los tiempos críticos que se presentaron, con el fin de aumentar su poder y rentas: incrementan las facultades jurisdiccionales, usurpan tierras de realengo (aprovechando la debilidad política de algunos monarcas), se dedican también a las actividades comerciales, crean verdaderos grupos de poder (especialmente los ricos homes, y también optan al gobierno de las ciudades en pugna con los burgueses) e introducen la figura del Mayorazgo (de ese modo, el Señorío no se podía dividir, siendo heredado íntegramente por un único heredero, normalmente el hijo mayor). Esta postura de los señores origina el rechazo de los campesinos, muchos de los cuales huyen a tierras de realengo o deciden dedicarse al bandidaje.

 . En esa situación, la conflictividad social fue muy elevada. Unas fueron eminentemente locales o restringidas a ámbitos reducidos (agricultores contra ganaderos, campesinos contra señores o nobles entre sí, gremios contra nobleza o villanos contra hidalgos, por poner varios conocidos casos), pero otras rebasaron los límites comarcales: como sucedió con el antisemitismo que se generaliza a partir del siglo XIV; o con las revueltas sociales que proliferan en diversos lugares (la de los payeses de remensa en Cataluña, o las de los campesinos contra los nobles en Mallorca y Galicia).

  . Conflictos sociales urbanos, como el que enfrentó a la Biga, alta burguesía, y la Busca, clases populares, en la Barcelona del siglo XV.

   A diferencia de los anteriores problemas, la crisis social no se resolvió con la llegada del siglo XV, sino que seguiría siendo uno de los seculares conflictos de la historia de España.

 

 2.- Política y administración

   En la Baja Edad Media, el sistema monárquico constituía el máximo poder reconocido en cada reino, a pesar de la jurisdicción que cada señor poseía sobre su feudo y del progresivo avance que en este sentido iban experimentando las ciudades.

   Sin embargo, ese poder real admitía dos versiones que diferían bastante, por lo que a veces se enfrentaron:

 . Los propios monarcas, con el apoyo de algunos, defendían la teoría autoritaria: según la cual el rey tenía el máximo poder, por lo que su voluntad se convertía en ley.

 . Pero muchos señores y ciudades (sobre todo los/las más importantes) no estaban de acuerdo con esa opinión, defendiendo la teoría pactista: es decir, que todo debía ser pactado.

            Durante este periodo se producirá el enfrentamiento entre monarquía y nobleza por aumentar su poder, que se resolverá de forma desigual: en Castilla se impone el autoritarismo real, mientras que en Aragón se impone el pactismo, limitando el poder real las Cortes y otros organismos.

Respecto al propio gobierno, los reyes se ayudaban del Consejo Real (heredero de la antigua Curia Regia), que le asesoraba y colaboraba en las tareas de gobierno); mientras que la Chancillería se encargaba de administrar la justicia en última instancia, dejando los temas menores para los señores o ciudades (de acuerdo con la jurisdicción de cada lugar); y las Cortes representaban en teoría al reino (constituidas por miembros de la nobleza, el clero y las ciudades), ayudando económicamente al monarca a cambio de algunas prerrogativas.

   En cuanto a la administración, los señores siguieron siendo el eje fundamental. Surgen aduanas y fronteras entre los distintos reinos (no sólo con los musulmanes, sino también entre los cristianos). En Aragón aparecen las primeras capitales en sus respectivos reinos, mientras que en Castilla sigue siendo ambulante. Y aparecen otras muchas novedades: fiscalidad (como la alcabala sobre el comercio), regidores y corregidores, ejército casi nacional, tribunales de justicia, etc.

 

   3.- Evolución política de los reinos

 

   3.1.- La Corona de Castilla

   Castilla aguantó mejor la crisis que Aragón, aunque fue muy afectada por la Peste, sobre todo en Andalucía (Alfonso XI muere en Algeciras. Su economía se basó en la triada mediterránea y, especialmente, en la ganadería lanar. La Mesta obtuvo muchos privilegios. La lana se concentraba en Burgos y Medina del Campo y salía por los puertos del Cantábrico rumbo a Flandes, por lo cual no se desarrolló un sector textil local.

            En cuanto a la sociedad, en el campo la situación es difícil, ante la fuerte opresión de los señores sobre los campesinos, siendo frecuentes las rebeliones de estos, destacando las de los irmandiños en Galicia (hermandades de campesinos para defenderse de los abusos de los nobles).

            En las ciudades, los burgueses forman también hermandades para defenderse de los nobles que intentan controlar las ciudades. Destacan las persecuciones oprogroms contra las comunidades judías en el siglo XIV y XV, como la de 1391 en Andalucía, con el asalto de las juderías. Como resultado de esta violencia, muchos judíos se convirtieron al cristianismo. Serán los conversos o cristianos nuevos.

En las evolución política, hay que distinguir entre sus relaciones internas y externas:

 . Hubo enfrentamiento entre el deseo autoritario de los reyes con las pretensiones pactistas de los nobles y ciudades: como ocurrió en el siglo XIII entre el rey Alfonso X y su hijo Sancho IV el Bravo, o en el XIV con Alfonso XI y las ciudades (a las que concede los regimientos y corregidores, a la vez que unifica el código judicial con el Ordenamiento de Alcalá (1348)y la fijación del Código de las Siete Partidas). Logra el fortalecimiento del poder real, con la centralización de la administración, una Cortes estamentales y un ejército pagado por las ciudades que le evitaban depender de las tropas nobiliarias. Venció a los Benimerines en la batalla del Salado (1340).

 . Y guerras fratricidas, como las sostenidas entre Pedro I el Cruel y hermanastro Enrique II de Trastámara (apoyado por la nobleza), con la muerte del primero a manos del segundo (Montiel, 1369). Se inicia la dinastía Trastámara, debilitando el poder real por las enormes concesiones que tuvo que hacer a los nobles (tierras, impuestos).

 . A finales del siglo XIV, el rey Juan I de Castilla intenta incorporar Portugal a la corona castellana, al ser su esposa hija del difunto rey del país luso. Pero la oposición de las ciudades portuguesas (sobre todo de la burguesía) y parte de la nobleza, que se inclinaban por la alianza con su tradicional amiga Gran Bretaña, así como por la expansión marítima y comercial (por lo que apoyan al maestre de Avís, futuro Juan I de Portugal), acaban con los deseos españoles derrotándonos en la batalla de Aljubarrota.

 . Y, como en el caso aragonés, también hubo Guerra Civil en Castilla durante la segunda mitad del siglo XV, entre Enrique IV y su hermana Isabel (la Católica): en la que se mezclaron problemas sucesorios (como la opinión de que la heredera, Juana, no era hija suya), posturas divergentes de nobles y ciudades (unos apoyan a Juana y otros a su tía Isabel), pactos o enfrentamientos externos con Francia o Gran Bretaña (y Portugal), el matrimonio de Isabel con Fernando de Aragón, las teorías autoritarias y pactistas, etc. El Rey, débil, llega a ser destronado en Ávila por la nobleza. La lucha se cierra con los Reyes Católicos, que logran someter a los noble, recuperando el poder real y fundando el Estado Moderno.

En lo referente a la política exterior, Castilla se orienta hacia el Atlántico: tanto por el norte, a través de los puertos del Cantábrico (que transmitían el comercio organizado en Burgos); como por el sur, a través de Sevilla, una vez que se libera el estrecho de Gibraltar (tras la toma de Tarifa y, especialmente, una vez que Alfonso XI derrota a los benimerines en la batalla del Salado, casi a mediados del siglo XIV). Esa apertura del estrecho motiva que tanto Francia como Gran Bretaña se fijen en Castilla, porque ambos deseaban la fuerza naval castellana en la Guerra de los Cien Años que ambos mantenían entre sí: por eso intervinieron en la guerra fratricida, ya que Pedro I se alió con los ingleses y su hermanastro Enrique con los franceses, a los que ayudaron respectivamente.

   Relacionado con lo anterior (mirada hacia el Atlántico) podría estar la conquista de Canarias, en la que intervinieron marinos andaluces y cántabros, así como nobles franceses (como Juan de Bethencourt) al servicio de la corona castellana (fruto de las buenas relaciones que imperaron con Francia tras la victoria de Enrique II sobre su hermanastro Pedro I). Se inicia la conquista y colonización, aunque no se ocupan definitivamente hasta el reinado de los Reyes Católicos.

   Como contrarréplica a los avances castellanos en esas zonas, los portugueses se apoderan de Ceuta (que más adelante pasará a manos españolas, ya en tiempo de Felipe II), Azores y Madeira.

 

   3.2.- La Corona de Aragón

                        En Aragón la situación es mucho más compleja, debido a su estructura política (confederación de reinos) y a su mayor desarrollo económico.

            Tras una etapa de crecimiento económico (s. XIII a mediados del XIV), basada en la exportación de productos textiles y la  importación de sedas y especias, y debida a una gran expansión comercial de las ciudades y a la conquista de algunos enclaves comerciales en el Mediterráneo (en los que se fundan barrios comerciales catalanes, dirigidos por cónsules, gobernados de forma autónoma y con sus propios jueces que aplican el Llibre del Consolat del Mar), durante la segunda mitad del XIV y el XV se produjo una gran crisis.

            La Peste Negra y las malas cosechas asolaron toda la Corona, sobre todo a Cataluña, que tardo dos siglos en recuperarse. A ello se une la crisis económica, con la subida de los precios por las malas cosechas, la quiebra de los banqueros y el hundimiento del comercio, a lo que se une las guerras civiles y con Castilla, que arruinarán el reino.

 . La postura autoritaria de los reyes estuvo enfrentada con los deseos pactistas de los nobles, a los que a veces tuvo que conceder privilegios (sobre todo durante las campañas del Mediterráneo): como el Privilegio General (o de la Unión) a los aragoneses en el s. XIII, o la Generalitat a los catalanes en el XIV (que aún perdura, como órgano de representación de los ciudadanos).

 . El problema sucesorio que surgió al morir Enrique III de Castilla, regente de Aragón (al morir sin descendencia Martín I, el Humano), se solucionó con el Compromiso de Caspe (1412, eligiendo a Fernando I de Antequera, castellano, de la familia de los Trastámara).

 . La guerra civil catalana(1462-1472) entre Juan II (también rey de Navarra, apoyado por los remensas y la busca), y su hijo Carlos, príncipe de Viana, al que apoya la nobleza y la biga para frenar el poder real, en la que también intervendrá Francia. Termina con la muerte (enfermedad?) de Carlos, la entrega a Francia del Rosellón y la Cerdaña y el aplastamiento de la nobleza.

 . Las luchas sociales:

- En el campo, destaca el conflicto de los pageses de remensa. Son los campesinos catalanes, que ven empeorar su situación con la crisis, porque los señores les oprimen más, sobre todo con los malos usos. La situación estalla en 1380, cuando comienza la revuelta remensa, apoyada por el rey, frente a la nobleza. Los campesino reclaman la libertad personal (algunos también la propiedad de la tierra). Durará casi cien años de forma intermitente, hasta que termina con la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486) dada por Fernando el Católico, que concede la libertad personal a los remensa. En Mallorca ocurre la revuelta de los forans, entre los municipios rurales y Palma (campesinos contra burgueses), reprimida de forma sangrienta.

- En la ciudad de Barcelona, con la crisis económica, la Alta Burguesía deja de invertir en el comercio y lo hace en tierras. La pequeña burguesía se resiente ante el cese de la actividad comercial, ante los que reclama medidas urgentes, como participar en el gobierno de la ciudad en el Consell de Cent. La Alta Burguesía formó un partido, la Biga, y la Baja Burguesía otro, la Busca. En 1453 la Busca se hizo con el poder municipal de Barcelona y la Biga con el de las Cortes y la Generalitat. Surge el enfrentamiento entre ambos que cuentan con el apoyo del rey y la nobleza respectivamente. Terminaría con el triunfo de la Biga.

 . Aprovechando la crisis surgida en el Reino de las Dos Sicilias (la isla de Sicilia y el sur de Italia, con capital en Nápoles), y ante la petición de ayuda a cargo de algunos sicilianos, las flotas de Roger de Lauria y Roger de Flor (al servicio del rey Pedro III de Aragón) se apoderan de Sicilia y la incorporan a la Corona de Aragón a principios del S. XIV. En el siglo XV, el rey aragonés Alfonso V (el Magnánimo) conquista Nápoles, donde instala su corte renacentista.

 . Córcega y Cerdeña: casi similar al anterior, en competencia con Francia y repúblicas italianas, aunque su conquista fue posterior (comienzos del siglo XV). En el siglo XV, el mencionado Alfonso V renuncia a Córcega, pero se reafirma en Cerdeña.

 . Zona oriental del Mediterráneo (Grecia y su entorno): en el siglo XIV, la flota del citado Roger de Flor consigue arrebatar a los turcos los ducados de Atenas y Neopatria, al frente de los almogávares  (soldados mercenarios, originarios de tierras de la Corona de Aragón).

 

   3.3.- El reino de Navarra

   En el siglo XIII pasa a depender de la órbita francesa, unas veces regido directamente por los reyes galos y otras por dinastías francas. Durante los siglos XIV y XV continuará esa tendencia, así como las guerras o enfrentamientos entre los defensores de esa postura y los que deseaban el acercamiento a los reinos hispanos. El reino de Navarra terminará cuando Fernando el Católico lo conquista en 1512, uniéndolo a la recién unificada nación (o monarquía) española.

 

   4.- Arte y Cultura de la Baja Edad Media española

   En esos dos siglos críticos hubo cambios importantes en las mentalidades españolas, pues el hombre medieval fue evolucionando gradualmente hacia el hombre moderno. De ese modo, la variedad fue la tónica general de los hispanos: mientras unos optan por el goce mundano (como nos refleja el Arcipreste de Hita en su Libro del Buen Amor), otros prefieren reformar su vidas y comportamientos (como hacen varias órdenes religiosas), a la vez que los ejemplos moralizantes se mezclan con otros de ostentación y acaparamiento (en la novelas de caballería hay demasiados ejemplos...).

Respecto al arte, y debido a lo anterior, también fue una época marcada por la transición: en este caso desde el Gótico al Renacimiento, que ya empezaba a amanecer por el horizonte.
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